Toda la vida el hombre ha trabajado para superarse y mejorar su calidad de vida buscando nuevas ideas innovadoras. Según historiadores, el hombre cavernícola es considerado como el primer emprendedor, ya que tuvo la idea de inventar las cavernas como sitios de refugio temporal y la rueda por la necesidad de transportar con facilidad sus alimentos.
Siempre se nos ha enseñado que durante las crisis es cuando nacen las ideas innovadoras y los grandes negocios. En Honduras, como en muchos otros países, el emprender más allá de ser un deseo o una oportunidad, es una necesidad. Esta hace que nuestra capacidad creativa se desarrolle más, si a ello le sumamos otros factores como la formación continua en negocios, nos ofrece un emprendimiento con capacidad evolutiva y sostenibilidad a través del tiempo.
Actualmente, todos hablamos de emprender y de empoderar, pero ¿sabemos realmente de qué estamos hablando?, o, ¿sabemos a qué nos estamos
metiendo cuando decidimos emprender?
Para iniciar, quiero hablar del término emprendimiento; no “Emprendedurismo”, ni “empredurismo”, (términos no correctos ni aceptados según la Real Academia Española).
Emprendimiento se entiende por realizar una obra o actividad. Su adaptación moderna implica cierto grado de riesgo, dificultad o incertidumbre. Sin embargo, hablando de negocios, para ser emprendedor, necesitas sumar otras habilidades que no todos tenemos, pero podemos desarrollar. De esta forma, todos podríamos ser emprendedores en nuestro entorno y ser emprendedores si propiciamos cambios.
En los últimos años nuevas formas o conceptos de emprendimiento o personas emprendedoras han tomado más impulso. Uno de estos es “ecosistema emprendedor”, término usado para hablar de todo el conjunto de instituciones públicas, privadas, empresas, academia, grupos privados o personas que trabajan o apoyan a los emprendedores.
Para que este ecosistema se potencie se necesitan una serie de variables que trabajen en un engranaje sistemático y organizado; empezando por el gobierno, el sector bancario, las instituciones no gubernamentales, instituciones educativas, normas éticas y sociales, oportunidades de trabajo y empleabilidad, redes de contacto, casos de éxito y un mercado con clientes deseosos de servicios o productos innovadores.
Otro concepto muy usado es «emprendimiento social» que, aunque no es un término nuevo, ha tomado relevancia en los años más recientes por su definición como una actividad económica donde las personas o emprendedores trabajan para una empresa que persigue fines económicos pero que cumplen beneficios u objetivos para el medio ambiente y sus habitantes.
Aunque las mujeres empresarias siempre han existido, el tercer concepto en auge es el «emprendimiento femenino», que se puede definir como las iniciativas de negocios de mujeres que logran transformarlas y hacerlas perdurar en el tiempo, asumiendo riesgos y adaptándose a los cambios del mercado y la sociedad.
Los emprendedores somos los motores del crecimiento económico de los países. Todos los actores del ecosistema emprendedor sabemos de la importancia de estimular la economía emergente a través de la innovación y la productividad.
Los datos muestran que a nivel mundial la brecha de pobreza extrema se ha reducido debido al incremento de emprendedores y en especial de mujeres emprendedoras. Sin embargo, los mismos datos reflejan un estancamiento de estos negocios debido a la falta de creatividad y de una cultura innovadora que eleve estos a niveles de competitividad, exportación, generación de nuevos empleos e implementación de sistemas de calidad.
La participación de las mujeres resulta clave y pieza fundamental para la economía mundial, por tal razón se vuelve urgente profesionalizar los negocios liderados por mujeres para que estos sigan creciendo de manera sostenible, buscando un importante impacto en el desarrollo económico, en la disminución de la pobreza, en el incremento de niños con acceso a la educación y la mejora de la calidad de vida de los núcleos familiares.
Para finalizar, mencionaré la digitalización y transformación digital, las cuales no podrán ocurrir a un 100% mientras no trabajemos en la creatividad e innovación, y sobre todo en la transformación cultural de la sociedad. La era de la conectividad trae muchas oportunidades de crecimiento, pero si no sabemos aplicarla correctamente trae desmotivación para los micro o pequeños empresarios.
La “innovación digital” es la mejor estrategia de crecimiento para las micro y pequeñas empresas que buscan oportunidades de mantenerse en el mercado, competir, crecer utilizando herramientas o medios digitales que las impulsen.
Buscar transformar los modelos de negocios, incorporando elementos innovadores, transformadores implica un gran proceso de cambio por lo que una correcta planificación y análisis ofrecerá resultados positivos que se verán traducidos en rentabilidad y crecimiento de muchos emprendimientos.